El sacerdote llegó a la casona tal y como se comprometió un día antes. Estaría puntual a las ocho de la noche la hora de las ánimas. Alejandro lo recibió cordialmente, conoció un día antes al padre Santiago, párroco de un cercano templo; pasaron a la sala donde permanecían Raquel, Claudia e Iván. Los presentó, luego le preguntaron cortésmente si deseaba un café o un té antes de comenzar... |